Apenas puse la llave en la cerradura, me abrieron la puerta, era Lila.
- Hola Lila, como estas?
- Bien, pasa.
- Perdoname, puse las llaves porque encontré a tus viejos abajo que me las dieron porque no sabían si estabas durmiendo o haciendo algo en tu cuato. -traté de disculparme hilvanando esta frase que no salió así, sino toda cortada.
- No hay problema, todo bien. - me interrumpio. Que haces por acá?
- La empresa donde trabajo me mandó a Mendoza una semana por laburo y teoricamente volvía mañana pero como hoy es el cumple de mi chica me vine en avión para darle una sorpresa y arreglé con tu viejo para quedarme un rato acá. -dije, haciendo un esfuerzo enorme.

Lila era la hija de un amigo, hacía un tiempo que no la veía, había crecido. Bastante. Explotaba de sexo, literalmente. Apenas la ví, un montón de imágenes se me arremolinaron en la cabeza. Morocha de pelo largo, ojos negros, los labios mas sensuales que vi, manos juguetonas, a veces sutilmente torpes, tenía un chupetin paleta en la mano y jugaba con él. Un un par de colitas en el cabello. Una musculosa negra, un shortcito de jean generoso, medias hasta arriba de las rodillas a rayitas y unos zapatos de taco decoraban un cuerpo perfecto de mujer. Yo trataba de hacerme el superado, como si todos los días la vida me diera estos espectáculos.
Pero creo que no me salió bien ese papel.

- Ah, buenísimo -dijo.
- Sí, que se yo, se me ocurrió.
- Hace falta gestos así hoy en día. Me faltará mucho para recibir alguno? - me preguntò, mientras se servía un vaso grande de leche y se sentaba desprejuiciadamente a la mesa frente a mí.
- No es para tanto vos sos una nena, ya te van a llegar. -dije tratando de hacer la conversación llevadera.

Hizo un gesto de descreimiento y abrió la boca para meter la vainilla empapada en leche, pero al cerrarla apretó mucho los labios y una gota le salió de la boca, la dejo rodar. Ahi empecé a convencerme que esto traería consecuencias, buenas o malas, pero que no tenía retorno. Se levantó, fue hasta la puerta y le dió media vuelta a la llave. Yo la comí con la mirada, lo que pude, en realidad, había mucha mujer.

- Que bueno verte.- me dice, parada a mi lado.
- Es bueno verme?. - atine a decir.
- Sos un galán, - suelta - quiero un chico así.
- O yo nací antes o vos naciste tarde. -tiré.
- No es para tanto. -dijo, mientras se estiraba para alcanzar el vaso de leche, por encima de la mesa, y poniendo su cola casi sobre mí.
- Vos decis? - Pense en voz alta.
- Vas a ver. -amenazó. Y metio la vainilla en el vaso delante mío para volver a comerla.
- Lila sos una nena. -dije solo por cumplir.
- Una nena mala.
- Te portas mal?
- A veces, pero me gusta, me genera mucha adrenalina el momento previo a portarme mal, como ahora por ejemplo.

Empece a acariciarle una pierna, y ella empezo a sonereir. La puso entre las mías mientras seguía parada, me miraba desde arriba y me acariciaba el pelo. Yo pasaba mis manos por sus muslos y su cola, primero por encima del shortcito, despues por debajo. Se sento a caballo de mi pierna, y se movía como caprichosa. Podía sentir su vulva. Me miró y lamió descaradamente la paleta. Con la otra mano, me tocó por encima del pantalón. Subí con mis manos por su cintura. Con un dedo recorrí el borde de su lola. Cerro los ojos y se quedo un par de segundos. De repente se paró y me agarró de la mano, sin soltar su paleta, me llevo a su cuarto.

Ahora sí, sentate, tenemos un ratito. -dijo.

Caminé hasta ella, pasé mis manos por sus muslos, tiró la cabeza hacia atrás. La guié hasta la cama. Se sentó y empezó a desbrochar los botones de mi jean. Agarró mi sexo y lo acarició con esas manos que hasta hace poco tenían resto de tinta de escuela secundaria y brillitos. Mientras, me miraba y sonreía. No hablabamos y nos entendiamos perfecto. Entreabrió suave la boca apoyando su lengua en el labio inferior. Luego se lo fue devorando sin prisa y sin pausa con los ojos abiertos. Lo sacó y lamió la paleta, después mi pene, después la paleta. Así alternadamente un par de veces. Se desabrochó su shortcito de jean. La incline en la cama, giró y cuando iba a empezar a gatear la frené, quedo delante mío en cuatro patas, puse un almohadon verde a cuadritos debajo de sus rodillas. Subí con mi lengua lamiendo el interior de sus muslos, sentí que la humedad mas intima atravesaba su lenceria. Lo rocé suave y un hilito se generó entre la tela y la yema de mi dedo. Le lamí la cola. Ella seguía con su paleta en la mano, lamiéndola y ronroneando. Era una imagen perfecta, por entre las piernas se veian sus codos apoyados en la cama, mas acá la redondez sin defectos de sus lolas y más allá el movimiendo del palito de su paleta. Acaricié su cola generosa, le corrí la tanga y meti mi lengua en su ser, jugué con sus labios, cada tanto sonreía y largaba un gemido. Babeé su cola, la rodeé con la punta de mi lengua, me quedé ahí un instante. Me incorporé y le apoyé la puntita entre sus abultados labios vaginales. Ella se inclinó hacia abajo para tener mas contacto, empezó a entrar firme y lento al principio. La embestí un par de veces y nos fuimos hacia adelante, ella quedó totalmente recostada boca abajo con las piernas levemente separadas y yo atrás. Con el almohadón a la altura de su pubis y sacando cola, me aferre a ella, movía la cabeza a cada vez que la penetraba. Se dió unos golpecitos con la paleta en su cachete derecho. Me siguió cogiendo como hacia mucho no me cogían. Adelantó una rodilla para generar una mejor abertura de su sexo.

- Quiero tomar la lechona- me dijo.

Eso hizo que mentalmente soltara todo.

- La vas a tener. -le contesté.

Saqué mi pene de su cuerpo, empapado en jugos, quede parado delante de la cama, ella se sentó delante mío, desde abajo me miró lo agarro con mano derecha, lamió el chupetin paleta pornograficamente y me masturbó. Me ofreció la boca, justo cuando el ruido de la puerta metálica del ascensor aviso que se abría. El segundo chorrito de semen le decoró la paleta y sus labios. Cuando la llave encontró la otra en la cerradura una nena mala seguía lamiendo su golosina preferida.

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